domingo, 4 de septiembre de 2011

¡Qué palo!



¡Qué palo me llevé ayer de Chapín!

La verdad es que después de oír el buen partido que hizo el Xerez en Alcorcón y teniendo en cuenta que el estreno en Chapín parecía bastante plácido con el Guadalajara como rival, iba bastante ilusionado a Chapín con la esperanza de ver buen fútbol y goles por parte de los azulinos. Al final, lamentablemente, ni lo uno ni lo otro.

Y es que hacía años, pero muchos, que no veía a un Xerez tan malo como el de ayer. Ni en los peores tiempos de Javi López. Juego, poquito; ideas, menos; y encima, ni un tiro entre los tres palos en todo el partido. La enorme pitada del público al equipo (algo que tampoco recordaba en una primera jornada en casa, ni siquiera el año pasado tras el 0-4 del Cartagena) deja a las claras el pésimo partido que se hizo.

El Xerez salió al campo con la idea de dominar el juego y hacerse con el partido pronto. La cosa duró 10 minutos. Una buena cabalgada de Israel por la banda, un buen pase al hueco de Capi a Jose Mari... Pero poco más. Al Xerez le fallaba el último pase y cuando esté llegaba (ya lo digo, dos buenos en todo el partido, los dos de Capi) no se sabía resolver.

Y mientras, a la chita callando, el Guadalajara fue poco a poco haciéndose con el partido. Avisó con un remate peligrosísimo que sacó muy bien Chema, que luego no pudo hacer nada para evitar el 0 a 1 tras un fallo en cadena que comenzó en una pérdida de balón de Barber en el centro del campo.

En la segunda parte, lejos de mejorar, el Xerez todavía daría menos sensación de peligro, y se terminó de venir abajo con el gran gol de Ernesto.

Pero lo que más me preocupa, y mira que en ese aspecto estaba más que tranquilo, es de la parte técnica. Juan Merino, sorprendentemente, hizo dos cambios en el minuto 40 de partido. Quitó a las dos bandas, Israel y Óscar Díaz, para meter a Pablo Redondo y Tato. Cierto es que el equipo no funcionaba, pero creo que, por el bien de estos dos futbolistas, debería haber esperado al descanso para hacer los cambios. Además, desde mi punto de vista, lo que fallaba era el centro del campo. Faltaba alguien que diera ideas y abriera el juego.

Merino, que luego en rueda de prensa dijo que, si hubiera podido, hubiera cambiado a medio equipo, creo que se equivocó demostrando un exceso de personalidad. Hay que tener huevos para hacer lo que hizo, pero quizás no era lo más adecuado, sobre todo porque te puedes cargar la moral de dos futbolistas a las primeras de cambio ya que poco menos que les echaba la responsabilidad de todos los males del Xerez en la primera parte. Menos mal que en la segunda se demostraría que ni Israel ni Tato eran los únicos culpables.

En fin, que si decepcionado se quedó Merino con su equipo, más nos quedamos los aficionados. Casi 9.000 ya le hemos echado huevos para sacarnos el abono. Ahora le toca a ellos echarlos si de verdad quieren quedar entre los seis primeros, como así llevan pregonándolo desde hace dos meses.

La fotografía es de Juan Carlos Toro, compañero de Diario de Jerez.

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